El idioma japonés ha de haberse exportado junto con los productos, y
viceversa; algunas palabras extranjeras han de haber sido introducidas en
Japón. En 1543 fueron arrojados a las tierras de la isla de Tanegashima unos
comerciantes portugueses, portando los fusiles de mecha, quienes serían los
primeros europeos que conocieran los japoneses. Después de este hecho, se
importó el idioma portugués junto con las mercancías de dicha nación. Pronto
llegaron a Japón unos misioneros de la Compañía de Jesús, encabezados por
Francisco Javier, situación que puso de moda el idioma portugués en el Japón de
aquel entonces.
Algunas veces creemos que el origen de una palabra se remonta a los
tiempos antiguos de Japón, resultando en realidad que proviene del portugués.
Citemos unos ejemplos de ello; “sarasa (indiana, tela de algodón)”, “rasha
(paño)”, “yuban (ropa interior para el kimono)”, “kompeito (confite)”, etc. Aparte,
tenemos varias palabras que se han convertido completamente japonesas,
aplicándose inclusive algunos caracteres chinos (kanji) como equivalentes
fonéticos, sin que se dé cuenta de que son palabras de origen portugués. Por
ejemplo, “kappa (capa)”, “karuta (carta)”, “tabako (tabaco)”, “kabocha
(calabaza)”, “totan (chapa de zinc)”. Se importaron con los productos las
denominaciones en portugués como “kasutera (castilla)”, “pan”, “furasuko
(frasco)”, “buranko (blanco)”.
Hasta la fecha, podemos encontrar las huellas que el portugués ha
dejado en nuestra vida diaria, y algunas expresiones se siguen usando de forma
cotidiana. Me refiero a “domo arigato (muchas gracias)”. Esta expresión tiene su
origen en portugués; “muito obrigado”. Como los misioneros portugueses la
empleaban con mucha frecuencia, parece que se hizo de moda en el período
Muromachi. “Muito obrigado” se parecía mucho, tanto en la pronunciación como
en el significado, a “arigatai (agradecido)” que empleaban los samurai de aquel
entonces, por lo que quedó arraigado por completo como una expresión en
japonés, y hoy día se ha hecho costumbre decir “domo arigato” sin tener la
menor idea sobre esta historia.
En 1590 se trajo de Portugal la máquina de imprenta, y comenzaron a
publicarse libros impresos en letras romanas. En 1603 fue publicado por los
misioneros portugueses el diccionario portugués-japonés, y en 1630 se dio a
conocer su versión española como diccionario español-japonés.
Att. Miss M.
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